Trabajo Jooble

HEME AQUI

Mi foto
San Luis Potosí, Corazón de Carmen Ortiz, Mexico
ciudadano del mundo, filósofo, poeta y revolucionario

jueves, 7 de enero de 2010

LO QUE ESCRIBO NO ES POESÍA

Sé que muchos dirán que lo que escribo no es poesía, que quizá se trata en realidad de una proclama política o cuando mucho del panfleto incendiario de un iluso, y yo seré el primero en darles la razón, porque la poesía no sirve más que para la delectación morbosa de la autosatisfacción egoísta de la vanidad, para anestesiar la naturaleza verdadera de las emociones y los sentimientos más profundamente arraigados del humanismo consecuente, para callar incluso el grito de reclamo frente a las perversiones abusivas de unas cuantas decenas de fatuos multimillonarios o las maquinaciones aberrantes de sus lacayos en las esferas del poder público.

¿Qué es del dolor incesante que estruja las miserias en las barrigas llenas de hambre y de lombrices de millones de infantes en el mundo? ¿Hay acaso un poeta verdadero que pueda hablar de tales cosas mientras en la nevera de su casa le esperan los manjares exquisitos de su concupiscencia con el becerro de oro de la fascinación? ¿No prefieren buscar en la excentricidad rebuscada de expresiones sin sentido la causa justificada de todos sus anhelos?

Y pomposamente le llaman poesía total, totalidad significativa de la poética de vanguardia, significado absoluto de los significantes poéticos, metasemántica poética, semiosis de la totalidad significativa del signo poético y vaya usted a saber cuántas barbaridades lingüísticas y semánticas se les pueda ocurrir a los críticos para denominar la tan aberrante como patética ausencia de sentido de humanidad que campea victoriosa en los terrenos minados de la poesía.

Yo por eso no escribo poesía. Eso se lo dejo a la divina especie de la retórica, a los perfumaditos amanerados que comen los mendrugos de su ignominia al amparo de las instituciones culturales del estado capitalista, a los arribistas explotadores del arte y la palabra que escalan los sitiales de premios y certámenes desperdigados por el mundo como zanahorias para los burros que mueven el molino de las políticas culturales de gobernantes bárbaros e incultos.

Basta sólo con mirar los estantes de las librerías, buscar y rebuscar en los contenidos de folletines y plaquetas de las áreas de difusión cultural de las universidades del estado y de la iniciativa privada, donde la cosa se pone peor aún, o en los sitios que pululan como hongos por la red microelectrónica de internet, para tener que salir corriendo asqueado de tanta mierda miserable a vomitar en el primer excusado al alcance de la mano.

Yo por eso no escribo poesía. Dejé de hacerlo para que mi conciencia me dejara comer tranquilamente los mendrugos de miseria de mi mesa, para que mi interior saturado de rabia contra el podrido orden del agonizante capitalismo me permitiera exclamar el grito de reclamo, la consigna furiosa y militante, para cambiar la frágil e inútil alma del bolígrafo por la bandera roja de la revolución social, para tomar en mis manos, unidas a las manos de otros muchos como yo, la tarea de construir un mañana sin miseria, sin capitalistas arrogantes, sin políticos corruptos y mezquinos y sin poetas de café empeñados en levantar la babel de sus absurdos, para que entonces, sí, tenga sentido la poesía.